jueves, 24 de febrero de 2011
Cielos Estrellados
viernes, 6 de agosto de 2010
Hiroshima
Hoy se cumplen 65 años desde la abominable masacre de Hiroshima. Quizá este año, por haber estado allí unos días y haber tenido la oportunidad de escuchar en primera persona el relato de los habitantes de la ciudad que sufrió lo indecible, soy más consciente de lo que realmente ocurrió allí. Hoy, cuando se cumplen 65 años desde que la capital del Imperio Neoliberalista tuvo que demostrar su poder –dos veces- por causas que en ningún caso justificarían semejante carnicería, quiero compartir con vosotros las fotos, los recuerdos y las sensaciones que viví cuando visité Hiroshima hace menos de un mes. Apenas puedo contener las lágrimas al pensar que tantos años de evolución no han servido más que para encontrar formas cada vez más sofisticadas y brutales de asesinarnos unos a otros.
Tal día como hoy, en 1945, el presidente Harry Truman ordenó el primer ataque nuclear en la historia de la humanidad sobre el pueblo de Hiroshima. Hiroshima no era ni mucho menos un enclave militar, era un pueblo como el tuyo y el mío, un pueblo normal de gente como tú y como yo que un día fueron exterminados. Miles de mujeres y niños, estudiantes, comerciantes, labradores, profesores, y un largo etcétera que apenas incluye personal militar fueron aniquilados en nombre de una absurda demostración de poder. El único delito que cometió la ciudad de Hiroshima fue que esa mañana el cielo estaba despejado, y por eso los americanos decidieron tirar allí la bomba, para poder ver con claridad la capacidad destructiva de su creación. Podría haber sido Kyoto o Yokohama, pero desafortunadamente para Hiroshima ese día hacía buen tiempo.
Hasta meses después de la bomba nadie pudo entrar a socorrer a los supervivientes. Los médicos, enfermeras y equipos de rescate de la ciudad también estaban muertos o gravemente heridos. Los supervivientes, completamente desolados, no tenían a dónde ir y permanecieron en el epicentro de la masacre, bebiendo agua contaminada y expuestos a la lluvia radioactiva.
Lo que más me conmovió de Hiroshima fue la historia de la pequeña Sadako Sasaki. Sadako sólo tenía dos años el 6 de agosto de 1945. En el momento de la explosión estaba en su casa, que se encontraba bastante lejos del punto de la explosión. Parecía que había sido afortunada y había conseguido sobrevivir convirtiéndose en una niña fuerte y atlética. Sin embargo, como a muchos otros, la sentencia de muerte de Sadako también había sido escrita ese fatídico día.
En 1954, con 11 años, mientras corría una carrera en clase de gimnasia, cayó al suelo desmayada. La pequeña Sadako estaba muriendo de leucemia.
En Japón existe una vieja tradición sobre alguien que hizo mil grullas de papel como ofrenda a los dioses, y cuyo deseo fue concedido. Sadako tenía la esperanza de que los dioses le concedieran el deseo de volver a correr de nuevo, así que dedicaba las horas en el hospital a hacer grullas. Los médicos y enfermeras le traían los envoltorios de los medicamentos y cualquier otro papel que pudiese utilizar y Sadako, incansable, pasaba los días y las noches haciendo centenares de grullas.
Después de conocer en el hospital a otros niños con leucemia (la “enfermedad de la Bomba A”) a los que vio morir ante sus ojos como un anuncio del destino que a ella misma le aguardaba, Sadako pensó que no sería justo pedir la curación sólo para ella, y pidió que su ofrenda de 1000 grullas de papel a los dioses sirviera para traer la paz y la curación a todas las víctimas del mundo.
Lamentablemente su deseo no fue concedido y la pequeña murió antes de conseguir terminar las 1000 grullas. Llegó a completar 644 grullas antes de que la enfermedad se la llevase. Sus compañeros de escuela, después de su muerte, completaron el número haciendo ellos las grullas que faltaban para llegar hasta 1000.
La historia de Sadako conmovió a todo Japón y, en 1958, fue contruida una estatua en su honor y en memoria de todos los niños muertos a causa de la bomba. En la base de esta estatua puede leerse el mensaje de los niños japoneses a todos nosotros: "Éste es nuestro grito, ésta es nuestra plegaria; paz en el mundo".
A pesar de todo lo que sufrieron, el pueblo japonés nos ha dado una valiosa lección. Ellos no han querido regodearse en su tragedia y han trabajado muy duro para seguir adelante. Cuando uno viaja a Hiroshima parece mentira que hace tan sólo 65 años la vida allí se extinguiese por completo. Hiroshima es hoy en día una ciudad con una actividad frenética y ciudadanos extremadamente agradables y trabajadores; todos los monumentos históricos fueron delicadamente reconstruidos y la vida ha seguido allí como si nada hubiese pasado. No guardan ningún rencor hacia los EEUU. Para ellos, Hiroshima debe dar testimonio de lo que podría volver a pasar en cualquier momento, y lo único que reivindican sus habitantes es el desarme nuclear mundial de manera definitiva. Como símbolo de este deseo, la Llama de La Paz permanecerá siempre encendida en el Parque de La Paz, y sólo se apagará cuando las armas nucleares no sean más que un triste recuerdo en nuestra Historia.
Hoy, 65 años después, sólo me queda desear con todas mis fuerzas que la Llama de La Paz se apague de una vez por todas y que, por fin, los dioses nos concedan a todos el deseo de la pequeña Sadako.
domingo, 21 de diciembre de 2008
Suerte Mágica
No sólo tuvimos la suerte de que aquello pasara precisamente así y no de cualquier otra manera, sino que además tenemos el privilegio de que, en las condiciones de nuestro planeta, los átomos se agruparon formando vida. Los mismos átomos que no lo hacen en tantos otros sitios lo hacen aquí. Así, sin más. Porque sí. Estadísticamente, es bastante probable que lo hagan en muchos otros sitios, por supuesto, pero de lo que se trata ahora es de pensar que lo hacen aquí y ahora, para que nosotros existamos.
Si además tenemos en cuenta que, a lo largo de más de 3800 millones de años (que se dice pronto), cada uno de nosotros ha pertenecido a una línea evolutiva muy concreta y afortunadísima, la única que podría haber desembocado en el material genético que llevamos cada uno de nosotros, lo cierto es que parece increíble que haya ocurrido.
Y, sin embargo, aquí estamos.
Somos una singularidad en algún punto de un inimaginablemente gigantesco Todo. Y sí, somos pequeños e insignificantes si nos medimos respecto esa inmensidad. Pero, ¿cómo podríamos afirmar que nuestra existencia carece de significado? Es pura magia desde el momento en que un espermatozoide llega a un óvulo para fecundarlo, de hecho lo es desde mucho antes de ese momento, y continúa siéndolo durante un brevísimo período de tiempo (o toda una vida, según se mire).
En estas fechas, que vienen siempre cargadas de buenos deseos y buenas intenciones, os deseo a vosotros lo mismo que quiero para mí: aprender a valorar la infinita suerte, la suerte mágica, de estar aquí en este preciso instante.
lunes, 24 de noviembre de 2008
Déjà vu
León Felipe
LOS AMOS DEL MUNDO
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.
martes, 16 de septiembre de 2008
Hipocresía y Capitalismo
De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero.
Benjamín Franklin
Ni soy economista, ni soy analista política, ni este blog pretende tratar estos temas, pero cada día que pasa está más claro que algo huele a podrido en el Sistema y no hay que estar especialmente cualificado para darse cuenta.
Recordemos que cuando los americanos apostaron por la inclusión de las repúblicas antes soviéticas en la OTAN hubo voces discordantes. Una de esas voces fue Alemania, y mirad por dónde, se acordó formar un consorcio para construir un gasoducto submarino que uniera directamente los yacimientos de gas rusos a Alemania, saltándose a los anteriores intermediarios. Y de repente Polonia accede a alojar los “misiles de defensa para protegernos de la amenaza iraní”, que Rusia sin embargo consideró que estaban apuntando en su contra. ¡Qué casualidad!
"Estimados miembros del jurado, señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo….
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar. No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.
Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad. Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas. Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas. Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos. Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias."
viernes, 13 de junio de 2008
¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?
Cantan con voz de hombre, ¿pero dónde los hombres?
Con ojos de hombre miran, ¿pero dónde los hombres?
Con pecho de hombre sienten, ¿pero dónde los hombres?
Cantan, y cuando cantan parece que están solos.
Miran, y cuando miran parece que están solos.
Sienten, y cuando sienten parece que están solos.
¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?
¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie?
¿Que en los mares y campos andaluces no hay nadie?
¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?
¿Quien mire al corazón sin muros del poeta?
¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta?
Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos.
Mirad alto. Veréis que miran otros ojos.
Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.
No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo
encerrado. Su canto asciende a más profundo
cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
Balada para los poetas de hoy (Rafael Alberti)
El otro día hice un "experimento". Me subí a un vagón de metro y, en lugar de fijar mis ojos en la revista que llevaba, alcé la vista y contemplé a los demás pasajeros. La mayor parte de ellos tenían la mirada perdida en algún punto indefinido, alguno que otro miraba lascivamente a una bonita jovencita que jugaba con su móvil, y otros leían un diario gratuito de forma distraída. De pronto, mis ojos se cruzaron con otra mirada levantada. Sólo una en un vagón en el que viajaban más de cuarenta personas. Ambas desconocidas nos sonreímos con complicidad durante un segundo, como si estuviéramos igualmente sorprendidas de descubrir otra mirada curiosa en el cubículo de metal.
¿Por qué ya no nos miramos a los ojos? ¿Por qué no conocemos a nuestros vecinos? Nos sentimos solos, y sin embargo estamos rodeados de otros como nosotros, que se sienten igual de perdidos. ¿Qué nos ha pasado?
No hace falta ser poeta para tener una voz que no quiere callar, una mirada inquisitiva y un corazón anhelante. Pero, como bien dice Rafael Alberti en su balada, no vale de nada escondernos del mundo. Debemos alzar nuestros corazones y veremos que hay otros tantos que laten al unísono.
Encontremos a ese poeta andaluz perdido en cada uno de nosotros.
martes, 27 de mayo de 2008
¿Democracia?
Rabindranath Tagore, filósofo y escritor indio